Supervivencia
El vértigo me succiona de la oscuridad.
Retrocedo a un tiempo de miseria y de violencia en el que no me sentía humano.
Una imagen fija en la retina: mi familia tendida en el pedregal y la casa
destrozada. Ahora, empapado y temeroso, lamento mis pecados y me agarro a la
vida. De nuevo agudizo los sentidos, no puedo separarme de estos cuerpos,
algunos inertes, pegados a mí. Sollozos, delirios y más violencia. Observo,
medio sepultado por carne macilenta, cómo otros amplían su espacio y tiran por la borda lo que les estorba
desoyendo sus alaridos. A lo lejos advierto con desánimo el parpadeo de unas luces. Saber que no hay salvación, aunque escape
del agua, es otra tortura.
Lana
Pradera
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